sábado, 21 de noviembre de 2020

 

$490  136 págs  Editorial Clubcinco. Reeditado en 2018

KAVANAGH - ESTHER CROSS

Menos citados y evocados que los hoteles, los edificios, las residencias particulares poseen un encanto y una tradición nada menor en la literatura. El Dakota neoyorkino, la residencia de los Buddenbrook, en Lübeck, por qué nuestro Palacio de los Gansos cerca del botánico. Está claro que si los hoteles cifran el mundo, los edificios son en cambio tímida y ampulosamente familiares. Porque, sabe Cross, "Las familias se forman, con hijos o sin ellos, entre personas o personas y animales - y a veces entre personas y objetos -, y ya no hay nada que hacer."
Excéntrica, anacrónica y elegante novela familiar, Kavanagh es uno de esos libros que se resisten a ser clasificados, que eluden los géneros para olvidar sus aparentes seguridades, ponerlos en jaque y revitalizarlos. Kavanagh es a la vez libro de cuentos novelado, novela en relatos autónomo, su arquitectura narrativa es otro de sus aciertos y originalidades.
El Kavanagh, escribe Cros,, es una auténtica "máquina de vivir", y agrega, "sin pisar la calle", entonces es una torre de marfil, una celda monástica, un edificio aislado con aislados y misteriosos habitantes. Pero sobre todo, y como su demiurga, el Kavanagh es una pieza única, un ejemplo de estilo.
Kavanagh es una novela familiar, sí, pero si se admite, sobre todo, que antes sea una extraordinaria novela de fantasmas.
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"Una literatura que se aventura ahí donde la inteligencia ya no es consuelo, en esa tristeza tibia y profunda que sobrevive al llanto, con una mirada que se anima a flotar lúcida pero gentil sobre el inasible tejido emocional que sostiene a sus personajes."
                                                                                                        Juan Ignacio Boido
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"Esther Cross realiza la doble acrobacia de levantar con su multiplicidad de historias y ventanas todo un rascacielos, también imaginado, a la par del real, como un fantasma próximo y querido que comparece hacia lo altísimo cada vez que se mira desde una vereda de infancia."
                                                                                             Del prólogo de Guillermo Martínez

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